Este articulo no
es autoría mía, lo comparto porque me gusto mucho. Muchas veces nos sentimos solos, con los
problemas diarios, o dificultades que se nos presentan, enfermedad, falta de
trabajo, desilusión, económico, etcétera.
Nadie es exento de padecer dificultades.
Vienen días de dolor al igual que días de mucha alegría. Tenemos que saber y ser sabios para aceptar
todo lo que venga confiando en que Dios tiene el control. Aquí te dejo el artículo escrito por Ana María Frege Issa:
El Mensaje
Cuentan que hace
muchos años hubo un rey que dijo a los sabios de la corte: “Me estoy fabricando
un precioso anillo. He conseguido uno de los mejores diamantes y quiero guardar
oculto dentro del anillo algún mensaje que pueda ayudarme en momentos de desesperación
total, y que ayude a mis herederos y a los herederos de mis herederos. Tiene
que ser un mensaje pequeño, de manera que quepa debajo del diamante del
anillo”.
Todos quienes
escucharon eran sabios, grandes eruditos que podrían haber escrito grandes tratados,
pero darle un mensaje de no más de dos o tres palabras que le pudieran ayudar
en momentos de desesperación total era otra cosa y por más que pensaron y
buscaron no pudieron encontrar nada.
El rey tenía un
anciano sirviente que también había servido a su padre. Cuando la madre del rey
murió este sirviente cuidó de él y por lo tanto, lo trataba como si fuera de la
familia. El rey sentía un inmenso respeto por el anciano, de modo que también
le consultó. Y éste le dijo: “No soy un sabio, ni un erudito, ni un académico,
pero conozco el mensaje. Durante mi
larga vida en palacio, me he encontrado con todo tipo de gente. Una Vez llegó
un invitado de tu padre y yo estuve a su servicio. Cuando se iba, como gesto de
agradecimiento, me dio este mensaje - el anciano lo escribió en un diminuto
papel, lo dobló y se lo dio al rey -. Pero no lo leas - le dijo- mantenlo
escondido en el anillo. Ábrelo sólo
cuando todo lo demás haya fracasado, cuando no encuentres salida a la situación”
Ese momento no
tardó en llegar. El país fue invadido y
el rey perdió el reino. Cuando estaba solo, huyendo de sus numerosos enemigos,
llegó a un lugar donde el camino se acababa, no había salida: en frente, había
un precipicio y un profundo valle; caer por él sería el fin. Y ni pensar en
volver porque el enemigo le cerraba el camino. Ya podía escuchar el trotar de
los caballos acercándose cuando se acordó del anillo. Lo abrió, sacó el papel y
allí encontró un pequeño mensaje tremendamente valioso: Simplemente decía
"ESTO TAMBIEN PASARA".
Mientras lo leía
sintió que se cernía sobre él un gran silencio. Los enemigos que le perseguían
debían haberse perdido en el bosque o debían haberse equivocado de camino, pero
lo cierto es que poco a poco dejó de escuchar el trote de los caballos.
El rey se sentía
profundamente agradecido por aquellas palabras que habían resultado milagrosas. Dobló el papel,
volvió a ponerlo en el anillo, reunió a sus ejércitos y reconquistó el reino. Y
el día que entraba de nuevo victorioso en la capital hubo una gran celebración
con música, bailes y un gran banquete. El rey se sentía muy orgulloso de sí
mismo.
El anciano
estaba a su lado en el carro y le dijo: “Este momento también es adecuado:
vuelve a mirar el mensaje”.
-¿Qué quieres
decir? - preguntó el rey -. Ahora estoy victorioso, la gente celebra mi vuelta,
no estoy desesperado, no me encuentro en una situación sin salida.
-Escucha - dijo
el anciano - este mensaje no es sólo para situaciones desesperadas; también es
para situaciones placenteras. No es sólo para cuando estás derrotado; también
es para cuando te sientes victorioso. No es sólo para cuando eres el último;
también es para cuando eres el primero.
El rey abrió el
anillo y leyó el mensaje: "Esto también pasará", y nuevamente sintió
la misma paz, el mismo silencio en medio de la muchedumbre que celebraba y
bailaba, pero el orgullo, el ego, había desaparecido y el rey pudo terminar de
comprender el mensaje y entendió que nada es permanente.
Si estás pasando
por momentos difíciles confía en Dios y en que Él tiene un plan para tu vida en
este momento de dificultad. Él quiere enseñarte algo pero necesitas estar
dispuesto a creer y a ver más allá de tus circunstancias actuales. Así que,
aunque no entiendas lo que sucede, glorifica
su nombre.
Si ahora estás
en uno de los mejores momentos de tu vida, no olvides que Dios es el autor de
las bendiciones que recibimos y que toda la gloria y la horna le corresponden a
Él. No te olvides de Dios por estar en un momento de dicha.
“En Dios nos
gloriaremos todo el tiempo, Y para siempre alabaremos tu nombre”.
Salmo 44:8
Que todo lo que
vivamos, por muy pasajero que sea, pueda dejar una enseñanza en nosotros e ir
perfeccionándonos hasta que sea completada Su obra en nosotros.
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