jueves, 30 de agosto de 2012

Esperanza


He estado pasando por momentos que necesito mucho la ayuda de Dios.  No es que en otros momentos no lo he necesitado, si no que uno pasa por dificultades y retos que se necesita agarrar más fuerte de la mano de Dios.  Tengo tanta esperanza porque sé que (como me han dicho en el pasado) Dios me lleva por un proceso. Pasare por el fuego pero va a ser Dios quien me va sostener en medio de todo. Al final, tendré una relación más cercana con Dios. Te comparto unos versículos de este Salmo que leí este día y lo tomo para mí. Espero tu también lo hagas, pases por lo que pases. Al final lo explico cómo aplica a la vida.
SALMO 18  1¡Dios mío, yo te amo porque tú me das fuerzas! Tú eres para mí la roca que me da refugio; ¡tú me cuidas y me libras! Me proteges como un escudo, y me salvas con tu poder. ¡Tú eres mi más alto escondite! Tú mereces que te alabe porque, cuando te llamo, me libras de mis enemigos. Hubo una vez en que la muerte quiso atraparme entre sus lazos, fui arrastrado por una corriente que todo lo destruía. Me vi atrapado por la muerte, me vi al borde de la tumba. Lleno de angustia llamé a mi Dios, y él me escuchó desde su templo, ¡mi oración llegó hasta sus oídos!
13 De pronto, en el cielo se oyó una voz de trueno: ¡era la voz del Dios altísimo que se dejó escuchar entre granizos y carbones encendidos! 14 Arrojó sus relámpagos como si disparara flechas; ¡dispersó a sus enemigos, y los hizo salir corriendo!
16 Desde los altos cielos me tendiste la mano y me sacaste del mar profundo. 17 Mis enemigos me odiaban; eran más fuertes y poderosos que yo, ¡pero tú me libraste de ellos! 18 Se enfrentaron a mí en el peor momento, pero tú me apoyaste. 19 Me diste libertad, ¡me libraste porque me amas!
28-30 Dios mío, tú alumbras mi vida, tú iluminas mi oscuridad. Con tu ayuda venceré al enemigo y podré conquistar sus ciudades. Tus enseñanzas son perfectas, tu palabra no tiene defectos. Tú proteges como un escudo a los que buscan refugio en ti. 31 Dios de Israel, sólo tú eres Dios, ¡sólo tú puedes protegernos! 32 ¡Sólo tú me llenas de valor y me guías por el buen camino! 33 ¡Tú me das fuerzas para correr con la velocidad de un venado! Cuando ando por las altas montañas,
tú no me dejas caer. 34 Tú me enseñas a enfrentarme a mis enemigos; tú me das valor para vencerlos. 35 Tú me das tu protección; me salvas con tu gran poder y me concedes la victoria. 36 Me despejas el camino para que no tenga yo tropiezos. 37 Perseguí a mis enemigos
y los alcancé, y no volví hasta haberlos destruido. 38 Los derroté por completo; ¡los aplasté bajo mis pies, y no volvieron a levantarse! 39 Tú me llenaste de valor para entrar en combate; tú hiciste que los rebeldes cayeran derrotados a mis pies. 40 Me hiciste vencer a mis enemigos, y acabé con los que me odiaban. 41 A gritos pedían ayuda, pero nadie fue a salvarlos. Hasta de ti pedían ayuda, pero tampoco tú los salvaste. 42 Los deshice por completo: ¡quedaron como el polvo
que se lleva el viento! ¡Me di gusto aplastándolos como al lodo de la calle!
46 ¡Bendito seas, mi Dios, tú que vives y me proteges! ¡Alabado seas, mi Dios y Salvador! 47 ¡Tú me permitiste vengarme de mis enemigos! ¡Tú pusiste a los pueblos bajo mi dominio! 48 Tú me pusiste a salvo de la furia de mis enemigos. Me pusiste por encima de mis adversarios, y me libraste de gente violenta. 49 Por eso, Dios mío, yo te alabo y te canto himnos en medio de las naciones.
Me gusta como empieza el salmista diciendo el amor que tiene por Dios. En momentos de debilidad Él es quien nos da las fuerzas. En momentos que nos sentimos solos y sin nadie a nuestro lado, confiemos que Dios es nuestra roca y nos podemos esconder bajo su escudo. Cuando habla de la muerte, podemos referirlo al pecado. El pecado nos separa de Dios, el pecado es muerte espiritual. Cuando el pecado ha querido atraparme, y mantenerme esclavizado, y me ha hecho caer hasta abajo, clamo a Dios y El, solo El, me escucha desde su majestad y viene a mi socorro. El versículo 13 habla de cómo Dios nos protege. Es grandioso al solo leer como defiende a sus hijos. Es más grandioso verlo con nuestros propios ojos. Yo lo veo cuando el pecado está al frente de mí y no caigo en la tentación. Eso se llama libertad, libertad del pecado, somos libres por medio de Cristo.
Una de las cosas que necesitamos para vencer el pecado es la confianza plena en Dios. El salmista lo hace ver en los versículos 28-30, “Dios nos ilumina en la oscuridad, nos ayuda a vencer al enemigo”. Esa confianza se logra cuando ponemos en práctica su palabra. Como dice los siguientes versículos, sus enseñanzas son perfectas y sin defectos.  Cuando vivimos de acuerdo a su palabra, tendremos una esperanza y confianza en medio de cualquier dificultad. Luego habla de la fuerza y el valor que Dios nos da. Es algo que lo veo ahora en mi vida, me llena de valor para enfrentarme a la lucha que se aproxima. Me gusta la forma en que están escritos los versículos 37-42 porque al igual que el salmista, es un gusto vencer al enemigo, es un gusto ser libres del pecado, es un gusto vencer una tentación.
Termina dando gloria y honra a Dios.  Todo lo que hacemos que sea para su honra y gloria. El es el merecedor de nuestra alabanza. ¿Por qué? En mi caso, porque me dio la salvación, me libro del enemigo, por eso yo le alabo con cantos, con adoración, alabanza, con mi vida. 

jueves, 23 de agosto de 2012

El mensaje


Este articulo no es autoría mía, lo comparto porque me gusto mucho.  Muchas veces nos sentimos solos, con los problemas diarios, o dificultades que se nos presentan, enfermedad, falta de trabajo, desilusión, económico, etcétera.  Nadie es exento de padecer dificultades.  Vienen días de dolor al igual que días de mucha alegría.  Tenemos que saber y ser sabios para aceptar todo lo que venga confiando en que Dios tiene el control. Aquí te dejo el artículo escrito por Ana María Frege Issa:

El Mensaje

Cuentan que hace muchos años hubo un rey que dijo a los sabios de la corte: “Me estoy fabricando un precioso anillo. He conseguido uno de los mejores diamantes y quiero guardar oculto dentro del anillo algún mensaje que pueda ayudarme en momentos de desesperación total, y que ayude a mis herederos y a los herederos de mis herederos. Tiene que ser un mensaje pequeño, de manera que quepa debajo del diamante del anillo”.

Todos quienes escucharon eran sabios, grandes eruditos que podrían haber escrito grandes tratados, pero darle un mensaje de no más de dos o tres palabras que le pudieran ayudar en momentos de desesperación total era otra cosa y por más que pensaron y buscaron no pudieron encontrar nada.

El rey tenía un anciano sirviente que también había servido a su padre. Cuando la madre del rey murió este sirviente cuidó de él y por lo tanto, lo trataba como si fuera de la familia. El rey sentía un inmenso respeto por el anciano, de modo que también le consultó. Y éste le dijo: “No soy un sabio, ni un erudito, ni un académico, pero conozco el mensaje.  Durante mi larga vida en palacio, me he encontrado con todo tipo de gente. Una Vez llegó un invitado de tu padre y yo estuve a su servicio. Cuando se iba, como gesto de agradecimiento, me dio este mensaje - el anciano lo escribió en un diminuto papel, lo dobló y se lo dio al rey -. Pero no lo leas - le dijo- mantenlo escondido en el anillo.  Ábrelo sólo cuando todo lo demás haya fracasado, cuando no encuentres salida a la situación”

Ese momento no tardó en llegar.  El país fue invadido y el rey perdió el reino. Cuando estaba solo, huyendo de sus numerosos enemigos, llegó a un lugar donde el camino se acababa, no había salida: en frente, había un precipicio y un profundo valle; caer por él sería el fin. Y ni pensar en volver porque el enemigo le cerraba el camino. Ya podía escuchar el trotar de los caballos acercándose cuando se acordó del anillo. Lo abrió, sacó el papel y allí encontró un pequeño mensaje tremendamente valioso: Simplemente decía "ESTO TAMBIEN PASARA".
Mientras lo leía sintió que se cernía sobre él un gran silencio. Los enemigos que le perseguían debían haberse perdido en el bosque o debían haberse equivocado de camino, pero lo cierto es que poco a poco dejó de escuchar el trote de los caballos.

El rey se sentía profundamente agradecido por aquellas palabras que  habían resultado milagrosas. Dobló el papel, volvió a ponerlo en el anillo, reunió a sus ejércitos y reconquistó el reino. Y el día que entraba de nuevo victorioso en la capital hubo una gran celebración con música, bailes y un gran banquete. El rey se sentía muy orgulloso de sí mismo.
El anciano estaba a su lado en el carro y le dijo: “Este momento también es adecuado: vuelve a mirar el mensaje”.

-¿Qué quieres decir? - preguntó el rey -. Ahora estoy victorioso, la gente celebra mi vuelta, no estoy desesperado, no me encuentro en una situación sin salida.
-Escucha - dijo el anciano - este mensaje no es sólo para situaciones desesperadas; también es para situaciones placenteras. No es sólo para cuando estás derrotado; también es para cuando te sientes victorioso. No es sólo para cuando eres el último; también es para cuando eres el primero.
El rey abrió el anillo y leyó el mensaje: "Esto también pasará", y nuevamente sintió la misma paz, el mismo silencio en medio de la muchedumbre que celebraba y bailaba, pero el orgullo, el ego, había desaparecido y el rey pudo terminar de comprender el mensaje y entendió que nada es permanente.

Si estás pasando por momentos difíciles confía en Dios y en que Él tiene un plan para tu vida en este momento de dificultad. Él quiere enseñarte algo pero necesitas estar dispuesto a creer y a ver más allá de tus circunstancias actuales. Así que, aunque no entiendas lo que sucede,  glorifica su nombre.

Si ahora estás en uno de los mejores momentos de tu vida, no olvides que Dios es el autor de las bendiciones que recibimos y que toda la gloria y la horna le corresponden a Él. No te olvides de Dios por estar en un momento de dicha.

“En Dios nos gloriaremos todo el tiempo, Y para siempre alabaremos tu nombre”.
Salmo 44:8

Que todo lo que vivamos, por muy pasajero que sea, pueda dejar una enseñanza en nosotros e ir perfeccionándonos hasta que sea completada Su obra en nosotros.

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